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No todos los terrenos y suelos son iguales y nos permiten construir lo mismo o desarrollar los mismos tipos de proyectos. Por eso, es indispensable antes de hacerse con ellos, saber cuánto más, mejor sobre cada uno de ellos en las administraciones locales.
Actualmente en España, los suelos se clasifican en suelo rural o suelo urbanizado. La Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana, publicada en el BOE y refundida antes de verano, define el suelo rural como el terreno preservado a su transformación mediante una urbanización en la que deben tenerse en cuenta los valores ecológicos, agrícolas, ganaderos o forestales.
Por su parte, este real decreto fija como suelo urbanizado aquel que está integrado en una zona urbana con ciertas condiciones como infraestructuras y servicios necesarios, edificaciones, terreno para levantar nuevas viviendas, etc.
Igualmente, te recomendamos revisar la normativa de tu zona. ¿Por qué? Cada Comunidad puede marcar sus propias diferencias en esta división y, sobre todo, en su uso. Así, a principios de este año, por ejemplo, se hacía pública la nueva Ley del Suelo de Andalucía. Una de las grandes diferencias respecto a la norma estatal es que se permite construir una vivienda en suelo rústico siempre que no induzca a nuevos asentamientos.
Para saber con seguridad qué clase de terreno te hace ojitos es indispensable, en primer momento, acudir al Ayuntamiento. Allí te dirán si es un suelo rústico o urbano y qué probabilidades de desarrollo tiene ese terreno. Además, en estas consultas administrativas también se puede revisar en las Oficinas técnicas -y de manera online- la cédula urbanística.
Conocer la tipología del terreno es el primer paso antes de empezar a soñar con un proyecto de vida y empezar a hacerlo realidad. Un par de ejemplos: en los suelos rústicos no puedes levantar una vivienda y en los suelos urbanos no consolidados no puedes construir hasta que no se urbanice toda la zona.
Según Servihabitat Trends y su estudio "Mercado de suelo y promoción", aunque el suelo urbano consolidado copa las apuestas, el interés por el urbanizable gana seis puntos en los últimos cuatro años.
Debes saber que para que un suelo pueda ser catalogado como urbano debe tener una serie de servicios mínimos: red de abastecimiento de agua, suministro de energía, acceso rodado, etc. El suelo urbano consolidado está en la ciudad y tiene los permisos para construir en él, eso sí, con previa licencia de obra. Es decir, no requiere de ninguna transformación urbanística.
En cambio, una de las principales características del suelo urbano no consolidado es que está sujeto a la actividad urbanística de transformación. Por ejemplo, piensa en una antigua fábrica o estación de tren que está en desuso. Será necesario urbanizar casi desde 0. Para muchos, son una buena inversión y es que suelen estar rodeados de terrenos urbanizados que ayudan a mejorar el tejido de las ciudades.
Por su parte, el terreno rústico está más protegido y construir en él es algo más limitado. Sus usos más probables son el forestal, agrícola, ganadero o cinegético. También se conoce como suelo no urbanizable y carece de servicios básicos como alcantarillado o agua. Por lo tanto, nada de segundas residencias en el campo o viviendas pequeñas.
Como ves, en España, el suelo se analiza por tipo y por uso. Pero ¿es una inversión rentable? El último Trend de Servihabitat, arrojaba que el precio medio del suelo sin edificar, por ejemplo, apenas va a variar durante lo que queda de 2023. Por lo tanto, se situará este año alrededor de los 160 euros por metro cuadrado. A partir de ahí, las oportunidades de desarrollar cualquier tipo de terreno son muchas y, por eso, válidas para diferentes perfiles.
Terrenos14 de septiembre del 2023
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No todos los terrenos y suelos son iguales y nos permiten construir lo mismo o desarrollar los mismos tipos de proyectos. Por eso, es indispensable antes de hacerse con ellos, saber cuánto más, mejor sobre cada uno de ellos en las administraciones locales.
Actualmente en España, los suelos se clasifican en suelo rural o suelo urbanizado. La Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana, publicada en el BOE y refundida antes de verano, define el suelo rural como el terreno preservado a su transformación mediante una urbanización en la que deben tenerse en cuenta los valores ecológicos, agrícolas, ganaderos o forestales.
Por su parte, este real decreto fija como suelo urbanizado aquel que está integrado en una zona urbana con ciertas condiciones como infraestructuras y servicios necesarios, edificaciones, terreno para levantar nuevas viviendas, etc.
Igualmente, te recomendamos revisar la normativa de tu zona. ¿Por qué? Cada Comunidad puede marcar sus propias diferencias en esta división y, sobre todo, en su uso. Así, a principios de este año, por ejemplo, se hacía pública la nueva Ley del Suelo de Andalucía. Una de las grandes diferencias respecto a la norma estatal es que se permite construir una vivienda en suelo rústico siempre que no induzca a nuevos asentamientos.
Para saber con seguridad qué clase de terreno te hace ojitos es indispensable, en primer momento, acudir al Ayuntamiento. Allí te dirán si es un suelo rústico o urbano y qué probabilidades de desarrollo tiene ese terreno. Además, en estas consultas administrativas también se puede revisar en las Oficinas técnicas -y de manera online- la cédula urbanística.
Conocer la tipología del terreno es el primer paso antes de empezar a soñar con un proyecto de vida y empezar a hacerlo realidad. Un par de ejemplos: en los suelos rústicos no puedes levantar una vivienda y en los suelos urbanos no consolidados no puedes construir hasta que no se urbanice toda la zona.
¡Aprende a reconocer cada tipo de suelo!
Según Servihabitat Trends y su estudio "Mercado de suelo y promoción", aunque el suelo urbano consolidado copa las apuestas, el interés por el urbanizable gana seis puntos en los últimos cuatro años.
Debes saber que para que un suelo pueda ser catalogado como urbano debe tener una serie de servicios mínimos: red de abastecimiento de agua, suministro de energía, acceso rodado, etc. El suelo urbano consolidado está en la ciudad y tiene los permisos para construir en él, eso sí, con previa licencia de obra. Es decir, no requiere de ninguna transformación urbanística.
En cambio, una de las principales características del suelo urbano no consolidado es que está sujeto a la actividad urbanística de transformación. Por ejemplo, piensa en una antigua fábrica o estación de tren que está en desuso. Será necesario urbanizar casi desde 0. Para muchos, son una buena inversión y es que suelen estar rodeados de terrenos urbanizados que ayudan a mejorar el tejido de las ciudades.
Por su parte, el terreno rústico está más protegido y construir en él es algo más limitado. Sus usos más probables son el forestal, agrícola, ganadero o cinegético. También se conoce como suelo no urbanizable y carece de servicios básicos como alcantarillado o agua. Por lo tanto, nada de segundas residencias en el campo o viviendas pequeñas.
Como ves, en España, el suelo se analiza por tipo y por uso. Pero ¿es una inversión rentable? El último Trend de Servihabitat, arrojaba que el precio medio del suelo sin edificar, por ejemplo, apenas va a variar durante lo que queda de 2023. Por lo tanto, se situará este año alrededor de los 160 euros por metro cuadrado. A partir de ahí, las oportunidades de desarrollar cualquier tipo de terreno son muchas y, por eso, válidas para diferentes perfiles.
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